Hombre de experiencia y de trabajar sobre el terreno, he tenido la fortuna de acercarme a sectores de actividad muy diferentes entre sí (informática, sector inmobiliario, mundo deportivo, emprendimiento, mundo del espectáculo), tanto en Francia como allende sus fronteras. Esto, en un primer momento, fue facilitando y afilando cierto sentido de la observación de los acontecimientos, de las circunstancias. Después, esas experiencias modelaron mi aprendizaje de la vida, mi comprensión del mundo, a través de las numerosas personas con las que me he cruzado o de las situaciones que he vivido. Captar al vuelo ciertos comportamientos o funcionamientos, rasgos de carácter, predecir conductas; aunque yo lo hacía por puro instinto, esa facilidad no hizo más que amplificarse. Y decidí poner esa ágil soltura al servicio de lo humano, y, más en general, de toda persona que acudiese a mí solicitando consejo o buscando cómo mejorar su situación personal.
Aunque hoy día estamos viviendo una época de entusiasmo por la terapia, las medicinas naturales y el conocimiento del espíritu, yo estuve inmerso desde muy temprano en el mundo espiritual, porque mi madre, en aquellos tiempos, ya era una apasionada de la metafísica, la teología y el budismo. Así que de modo totalmente natural se inclinaron mis sentidos hacia el Tarot, sus misterios, su rico universo, siempre sorprendente. El tarot enseguida se reveló como una pasión. Elegí aprender las grandes corrientes de este arte ancestral, y luego estudié (y sigo formándome) la perspectiva de grandes iniciados en esta materia. Solo después de eso pude desarrollar mis propias conclusiones, que continúo afinando aún. Estas combinan diferentes perspectivas, diferentes tipos de tirada, con el fin de proponer una lectura fiel, una interpretación precisa y ajustada de las cartas. El Tarot propone un menú, una posibilidad, una línea temporal. Cada uno es libre y dueño de mover o de transformar después, o no, lo que se le propone. En esto es en lo que mi papel sigue siendo notable.
Aparte de esto, completé el Tarot con otra disciplina igualmente cautivadora: la Numerología. Al igual que con el Tarot, apliqué las mismas reglas de aprendizaje: el estudio de los especialistas de renombre de ese campo, para después establecer mi propia síntesis, que propongo en los cursos de formación. Así, combino estas dos disciplinas complementarias para ofrecer un trabajo de calidad y de precisión. Hoy, tras numerosos años de práctica, propongo consultas e imparto regularmente talleres y cursos de formación en estas dos disciplinas, así como cursos intensivos en régimen de inmersión.